
Por Romina Lascano
En medio de una profunda crisis económica, Estados Unidos se convirtió en el escenario del debate entre la candidata republicana Sarah Palin y su par demócrata Joe Biden, ambos en carrera por la vicepresidencia. Como era de esperar, la solución a la crisis económica y la guerra de Irak fueron los temas más importantes de la noche.
Si bien la guerra de Irak parecía monopolizar las campañas de los candidatos a la vicepresidencia de los Estados Unidos, un nuevo tema llegó para quedarse: la crisis financiera. Las palabras crisis y emergencia económica se convirtieron, en los últimos años, en sinónimos de los países subdesarrollados o del tercer mundo. Como buenos samaritanos, los americanos recomendaron durante la década del '90 y los primeros años del nuevo milenio, las recetas económicas del FMI, consideradas como la salvación a tal enfermedad. Sin embargo, nunca pensaron que esas palabras, podían asociarse a su propio país. La última crisis que puso en jaque a la bolsa de Wall Street, que impulsó un modelo donde el estado comenzaría a tener una fuerte injerencia en la esfera económica y que promulgó en ese país y en el resto del mundo un modelo proteccionista, fue la de la década del '30. Muchos años después, los norteamericanos vuelven a vivir algunas de esas situaciones que sólo habían escuchado de sus ancestros o estudiado en los libros. El rescate financiero, por su historia y significado actual, logró convertirse así en el principal tema de agenda a discutir por la actual gobernadora de Alaska y el senador por Delaware.
Mucho ruido y pocas nueces es la frase que puede sintetizar este debate en el que también se tocaron temas como la educación, la unión homosexual y el cambio climático. Nada se habló de la inmigración, un tema central para esta potencia y para todos los países del mundo. Hubo tiempo para imaginar como actuarían en el papel de presidentes si sus respectivos compañeros de fórmula pasan a mejor vida y también un segmento en el Palin recordó el incidente de Biden cuando criticó a su compañero de fórmula en las elecciones primarias.
Un debate sin sorpresas, que sólo le agrega un poco de pimienta a la carrera por sentarse en el sillón de Washington.
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